domingo, 11 de julio de 2010

"Macarena sueña con el corte inglés y se compra los modelos más modernos, le gustaría vivir en Nueva York y ligar un novio nuevo"

Fue una noche rara
tonta
tímida
de esas noches que sales porque no te queda otra opción que salir
o de esas noches que sales porque todos alrededor salen
y tú le temes al sonido de los cangrejos.
Fue esa noche que salí,
sin deseos de salir.
Como es costumbre al montarme en la guagua
depositaron un pie encima de mi pie...
Alcé la mirada para decir (por dentro)
qué rico tu pisas! o una de esas barbaridades que dices cuando sientes morir tu pie, por ejemplo: Cojone!! porque mentira reaccionarías con gestos dulces, delicados... oh! cuánto dolor albergo en mis dedos que prolongan la parte plana con la cual apoyo el sostén de mi cuerpo!!!
pero, no me dio tiempo, no me dio tiempo...
los ojos más negros que he visto me desnudaron con la mirada!!!!
profanaron mis trapos,
dijeron tantas cosas, desmedidas, con un atrevimiento innato,
como si me despojaran de todos mis recuerdos
como quien quisiera volver a verme y rápido...
El chofer interrumpió, fue ágil, nos advirtió de la gente y las paradas
de la noche y los asientos de impedidos
mientras quietos, esos ojos negros los más negros que he visto en toda mi vida
no paraban de repasarme una y otra vez, con la mirada.
No tuve tiempo a sonreír,
tal vez él sí,
cuando gritó en su última parada,
con esas voces de adentro
por qué me fui, por qué me fui...

1 comentario:

  1. La seguridad del camino conocido. La costumbre nos pesa en la espalda y nos impide audacias. He naufragado en mil ojos negros, pero siempre llega su parada, o la mía, para salvarnos de la primera tímida palabra.

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